La meditación es un entrenamiento, pero mental. Y dista mucho de “poner la mente en blanco”. Al contrario, al meditar hacemos algo mucho más práctico: desarrollar cualidades como la atención plena, la compasión y el optimismo; y gestionar dificultades como el estrés, la ansiedad y los pensamientos obsesivos.

Si nos entrenamos con la suficiente frecuencia, estas capacidades dejan de ser eventos mentales pasajeros y se conviertan en nuevos hábitos. Es como hacer pesas, salvo que el músculo es el cerebro y la mancuerna, la técnica que practiquemos.

Los meditadores tienden a: ser más empáticos, ayudar más a otros, ser más generosos y sentir más conexión con los demás.

Como iniciar esta práctica, mi sugerencia es practicar la respiración consciente; para esta tenemos el método 4×4 o escalonada, esto es inhalamos contamos 4, sostenemos contamos 4, exhalamos contamos 4, descansamos contamos 4 y se reinicia el ciclo, una nueva inhalación, etc. Observar como ingresa el aire a través de nuestras fosas nasales, como se expande tu tórax, al exhalar liberar tensiones y observar donde tenemos esa tensión.

Segundo paso podemos Seguir una guía grabada, además, es especialmente útil para los principiantes. Solo cuando hayamos interiorizado sus instrucciones deberíamos dejar de usarla, porque para entonces será más un obstáculo que una ayuda. En ese momento, prescindir del audio equivaldrá a deshacernos de las ruedas auxiliares de nuestra primera bicicleta.

Pero si te estás iniciando, te sugiero los siguientes elementos para empezar a integrar esta actividad en ti:

1. Encontrar un lugar y tiempo para la práctica.

La clave del éxito en la meditación es la constancia: meditar 15 minutos a diario. Por eso es fundamental hacernos la vida fácil y crear las mejores condiciones posibles para desarrollar la práctica. Hay dos indispensables: un lugar tranquilo donde no nos molesten; y una hora del día en la que podamos incorporar fácilmente la sesión de meditación.

El lugar puede ser tu habitación, la oficina o incluso el bus, carro en un trancón, mientras esperas en una cita, banco, etc. Mientras que la hora que se suele recomendar es antes del desayuno. Sin embargo, como principiantes deberíamos enfocarnos primero en desarrollar el hábito de meditar a diario y a la hora que sea; lo de madrugar podemos dejarlo para más adelante.

  • La música: La música nos ayudará a aislarnos de los sonidos del exterior y nos inducirá a un nivel más profundo de relajación. La música utilizada en meditación debe ser suave y estable, que no sea de tipo pasional, de altos contrastes o dramática. Es necesario una música hasta cierto punto monótona, la cual nos conduce a un nivel alfa. Pueden ser sonidos neutrales o música instrumental (no clásica).Un tipo excelente de música es la llamada “música de la nueva era” (new age).El volumen no debe ser muy alto, ya que servirá sólo como fondo de la meditación.
  • Las velas: Las velas nos recuerdan nuestro origen luminoso y eterno, ya que: Intensifican las emociones. Nos relajan. Ayudan en la concentración. Proporcionan una atmósfera mística. Consumen y transmutan energías discordantes. Tranquilizan la mente y ejercen una acción de equilibrio energético. Las velas no deben ser elaboradas con productos animales, ya que producen ciertas vibraciones no convenientes para la meditación. Se recomienda usar velas no aromáticas, cuya etiqueta dice: “para usos religiosos”. Pueden ser veladoras o cirios.
  • Los inciensos: El incienso simboliza que nuestras oraciones se elevan al cielo. Es purificador. Activa la meditación. Neutralizan las energías negativas. Nos hacen sentir en un ambiente neutral. Ayudan a producir una expansión mental que hace fluir nuestros pensamientos más puros. Hacen resonancia con las vibraciones espirituales.

Que inciensos usar: Para la meditación es importante utilizar inciensos de un aroma suave como de rosa, pino, loto, violeta, sándalo, jazmín, etc. aceite de lavanda o esencia de jazmín, que tendrán un efecto sedante y beneficioso sobre el ánimo y la mente.

  • Que inciensos no usar:Evita los inciensos frutales como papaya, fresa, coco, etc. Ya que su aroma desvían la atención.

 

2. Adoptar una postura cómoda.

La base de la meditación es una postura cómoda y erguida. Nuestro objetivo es sumergirnos en la práctica, por lo que necesitamos despreocuparnos del cuerpo mientras esta dure. Para ellono es necesario cruzar las piernas ni hacer gestos exóticos con las manos, sino que basta con sentarnos en una silla, o un cojín de meditación.

A continuación apoyamos las manos en las rodillas, estiramos un poco la nuca recogiendo el mentón y cerramos los ojos. Ya estamos listos para la aventura.

3. Relajarse. 

Si la postura son los cimientos de la práctica, la relajación física es el cemento que la sostiene. No podemos meditar con el cuerpo tenso, porque en vez de permanecer enfocados nos distraeremos con esa incomodidad. La solución es simple: invertir unos minutos en relajarnos antes de meditar.

4. Meditar. 

A partir de aquí solo tenemos que seguir las instrucciones del audio, pero hay algunos consejos que harán la práctica mucho más fluida: Cada vez que la mente se distraiga (algo normal e inevitable), la devolvemos con amabilidad al objeto de enfoque. Así mejoramos simultáneamente la atención y el modo en que nos tratamos durante las dificultades; si sentimos agobio o mareo (algo improbable, pero posible), deberíamos respirar profundo, abrir despacio los ojos y empezar a movernos lentamente. Nuestro objetivo no es pasarlo mal, sino entrenar la mente; es muy recomendable permanecer inmóviles mientras meditamos. Aunque al principio puede resultar incómodo, a la larga ayuda a concentrarse; y deberíamos soltar las expectativas sobre qué es una “buena” o “mala” meditación. Cada sesión es única, y lo importante es hacerla a diario y lo mejor que nos sea posible.

5. Integrar la meditación en la vida.

El secreto para progresar en la práctica es integrarla en la vida cotidiana. Por ejemplo, si estamos desarrollando atención plenaal presente, el modo de integrarla consistiría en tratar de mantener ese estado mientras hacemos actividades como: practicar deporte, conversar con un amigo, pasear al perro, cocinar y comer, trabajar y pasar tiempo con nuestra pareja. De este modo, el entrenamiento y sus beneficios se extenderán desde la meditación sentada hasta llegar a permear todo el día.

TIPOS DE MEDITACIÓN 

Espiritual

Hecha para comunicarse con Dios, a través de la oración.

Enfocada o consistente

Consiste en concentrarse en una sola cosa, imagen, sonido.

Movimiento

Consiste en hacer cualquier movimiento en forma lenta y repetitivo, mientras estamos relajados o concentrados, tales como Tai Shi.

 

Por Julieth Torres,
Coordinadora Hygea Salud